Demasiado dolor

El viernes estuve en la Catedral, por la misa aniversario de Cromañón. No recuerdo haber visto tanto dolor junto. El año pasado no pude ni asomarme a los lugares donde estaban los familiares, porque sabía que no iba a poder soportarlo. Los meses siguientes fui a algunas marchas, el luto era indescriptible y el silencio ineludible. Pero el viernes en la Catedral la gente que estaba, todos familiares, amigos y sobrevivientes, no podía contener las lágrimas: padres llorando abrazados entre sí, chicas quinceañeras con la mirada baja, adolescentes con el dolor atragantando sin poder hablar. "Buenos Aires necesita llorar. No ha llorado lo suficiente esta bofetada", dijo Bergoglio y agregó que veía a la ciudad "egoísta, distraída y dispersa". Y con solo mirar alrededor era notorio que la ciudad todavía no se acordó de llorar por Cromañón.