25.9.10

El reino del revés

“Me dijeron que en el reino del revés nadie baila con los pies, que un ladrón es vigilante y otro es juez y que dos y dos son tres”.

El Rati Horror Show es una película de denuncia, un documental que da escalofríos, un manifiesto sobre la injusticia y la mentira institucional. Imprescindible para entender cómo funciona en particular la policía de la comisaría 34, y en general la inseguridad en la Argentina. Un film que toma posición y se compromete, algo que se ve sólo en documentales que están por fuera del circuito comercial. Piñeyro tiene la ventaja de haberse hecho conocido por sus denuncias contra el sistema aéreo y su figura sale en la televisión. El director aparece como un personaje didáctico explicando con detalles, con los elementos que están en la causa, cómo Fernando Carrera fue una víctima de una causa armada por la policía. Le metieron ocho balazos, pero quedó vivo para contarlo. Gracias a la complicidad de la justicia, la policía pudo mandar a Carrera a la cárcel por 30 años. El Rati Horror Show es un ejemplo de cómo hacer cine político. Y ojalá también sirva para que Carrera salga de la cárcel y vayan presos los culpables.

9.9.10

El Baile de la Victoria

Llevar al cine una obra literaria siempre es un desafío, porque las imágenes no son el punto de partida, sino el resultado del proceso de traducir lo que estaba sólo en palabras. A veces el cambio de registro deriva en un nuevo enfoque, otras en una copia fiel del texto y otras se queda a medio camino y no logra crear una historia que se sostenga desde la impronta cinematográfica. Eso es lo que parece pasarle a El baile de la Victoria, la nueva película de Fernando Trueba- director de Belle Epoque y La niña de tus ojos- basada en el texto de Antonio Skármeta, que ganó el Premio Planeta en 2003.

La nota completa en Nuestros Actores


2.9.10

De Palermo al Bajo Flores

Tiene menos de 24 años, tres hijas y vive en la villa del Bajo Flores. Todos los días viaja desde su casa al Alto Palermo para limpiar lo que ensucian quienes deambulan por el shopping buscando comprarse un tapado de mil pesos. Ella gana 2.000 al mes por trabajar ocho horas y está orgullosa. “Lo hago por mis hijas”, dice, “por ellas hago todo”, agrega mientras espera el 26 en Lavalle y Callao a la 1 y media de la mañana. Yo venía del cine y de comer pizza con una amiga, ella venía de tomarse un colectivo que la dejó ahí para tomarse otro que la lleve a su casa, dice que así es menos peligroso.
Me pregunta a qué me dedico, le digo que soy periodista. “Ah, esos que atienden los teléfonos”, dice. No sé cómo contradecirla, y le contesto que sí, algo parecido. Me cuenta que hace un rato le robaron a una chica en la esquina y que vino la policía. Dice que tiene miedo, pero que nunca le pasó nada. También me cuenta que sueña con irse del Bajo Flores, que ahí no se puede vivir en paz, por sus hijas.
Antes de subir al colectivo, me pregunta por qué no mando un currículum al Alto Palermo, afirma que le pagan bien y que seguro es mejor que atender teléfonos todo el día. La vuelvo a mirar, tan sencilla pero tan segura. No sé si su trabajo es mejor, pero seguro tiene la dignidad que en el mío muchos perdieron… hace rato.