Si hay algo que me parece no puede hacer el nuevo disco de Andrés Calamaro es sorprender, al menos de entrada. Tinta Roja parte de una raíz rockera para fusionar tango y flamenco, los dos géneros musicales que el cantante viene trabajando hace años, desde que partió a España en los 90 para formar Los Rodríguez. Sus influencias aparecen en la interpretación de estos 10 tangos elegidos sin arbitrariedades. Su voz al frente, más cantante que nunca, delinea el sentido profundo de la poesía de arrabal y resalta las palabras con una marcada intención de llegar al fondo para volver a salir a la superficie. Una búsqueda del origen, despojada, envuelta de rock y con el solo acompañamiento de una guitarra flamenca. No hay nada más, no hay nada electrónico propio de la nueva experimentación del tango, está él con su voz y eso a veces alcanza, a veces sobra y a veces es insuficiente. Lo mejor del disco está en “Milonga del trovador”, de Astor Piazzola, y en “Nostalgias”, y uno se pregunta por qué no “María” o “La última curda”. O por qué no un disco entero de canciones propias, ya es necesario después de seis años. Ya es imperioso porque a pesar de Cerati y Spinetta, no hay nadie como Calamaro.
De paso, el músico tiene blog, una especie de diario de su nueva vida al ruedo, en primera persona, con fotos, y las impresiones personales de su renacimiento.
23.5.06
Calamaro, tango y flamenco
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