24.12.05

Amarga navidad

Nunca tuve la navidad perfecta, pero siempre la ansié, será por eso que todo esto me parece tan triste y falso. Cuando era chica pasábamos la navidad en Mar del Plata con mis tíos y primos, y era bastante divertido a simple vista, pero en realidad a mí me angustiaba darme cuenta que mi familia no tenía nada de divertido y que los mejores regalos siempre eran para los otros. A veces pasábamos la navidad en la casa de mi abuela, y era tan poca la voluntad que ponían en hacerme creer en Papá Noel que terminé dándome cuenta, con una profunda decepción, que en realidad no existía. Cuando empecé a crecer quería irme bien lejos, pero no tenía ningún lugar a dónde ir, así que me quedaba para ver el árbol vacío y la mesa llena. Después empecé a salir un poco, pero tampoco le encontré mucha gracia a que todos estuvieran borrachos e inconscientes sin poder coordinar una palabra. Los mandatos sociales dicen que hay que pasarla bien y comprar muchos regalos, pero para lo único que sirve esta fecha es para sentir más de cerca todo lo que nos gustaría tener y no tenemos, todo lo que nos gustaría ser y no somos. Por suerte, cuando pasa, volvemos a valorar el lugar que nos tocó, al menos un poco más.