Las vacaciones deben ser el momento más esperado del año. Días enteros de trabajo y cotidianeidad para alcanzar apenas unas semanas de ruptura con lo cotidiano. En la mejor de las suertes burguesas, podremos pasar algunos días en algún lugar lejano y soñado. Son apenas unos días, tan efímeros, que sin darnos cuenta ya tenemos que volver y empezar todo otra vez. Pero tal vez podamos lograr eternizar lo efímero, como decía Sartre.
Esta vez me voy al norte, a descubrir las tierras milenarias, donde por un instante el espacio y el tiempo se detienen y regresa toda la sabiduría de un pueblo y una cultura que todavía resisten.
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1 comentario:
Un tiempo sin tiempo... mientras dura.
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