El cine documental es un punto de inflexión entre arte y periodismo. Es un género que utiliza la forma estética para decir algo que trasciende la ficción, y por lo general está cargado de un tinte político y/o social. En Argentina el gran director de cine documental es Pino Solanas, desde La hora de los hornos, hasta las recientes Memorias del saqueo y La dignidad de los nadies, imprime con una mirada subjetiva un momento crítico de la sociedad. También se hicieron documentales sobre la dictadura y la historia de los últimos años. Desde Estados Unidos Michael Moore propuso una forma de hacer documental que mezcla el compromiso y el entretenimiento. En 2003, los irlandeses Kim Bartley yDonnacha O'Briain filmaron La revolución no será televisada, un documental que muestra la división social en Venezuela, antes, durante y después del golpe de Estado a Hugo Chávez. El film es una lección de cómo hacer cine documental, con claridad y originalidad aportando datos históricos relevantes y una mirada personal fundamentada.
Hay gente que acusa a los documentalistas de tomar demasiada posición y convertir su cine en un panfleto, a mí me parece una manera bella de comprometerse y aportar desde el arte la posibilidad de crear conciencia.
El chileno Patricio Guzmán acaba de estrenar en Argentina el documental Salvador Allende, sobre el presidente socialista derrocado por el golpe de Pinochet. El film tiene el buen gusto de no mostrar al dictador y de concentrarse en la vida política de un hombre que fue injustamente silenciado. A 33 años de su expulsión del poder, Salvador Allende rescata el pensamiento del líder y la humanidad de la persona, y se vuelve un trabajo imperdible.
3.4.06
El arte y la vida
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