Cada año es igual a la anterior, pero crece en dimensión: cada vez más stands, más editoriales, más organizaciones que nada tiene que ver con la literatura. Es extraño caminar por la feria y ver los stand vacíos, la gente se amontona sólo para agarrar un vasito de fernet gratis o para que Fontanarrosa les firme un libro. Hoy estuve en la Rural porque fuimos a hacer el programa desde ahí y hablamos en vivo con Fontanarrosa. La gente espera pacientemente en la cola para cuando llega el turno abrir la primera página del libro, apoyarlo y esperar que el escritor haga su trabajo. Fontanarrosa con toda la dedicación (y el esfuerzo por la enfermedad que sufre) dedica el libro, lo firma y el dueño del ejemplar se va contento sin decir nada. No puedo entender cuál es el placer de tener una firma sin siquiera intercambiar una palabra con su autor preferido. También está el otro extremo del fan que viene a agradecerle y a decirle cuanto lo ama, pero ninguna pregunta genuina sobre lo que escribe.
Los libros de buenas editoriales cuestan una fortuna (alrededor de 45 pesos promedio) y las ofertas son ediciones muy económicas o libros sin ningún interés. En la calle Corrientes se encuentra mucha más variedad y calidad que en toda la feria.
25.4.06
Otro año, otra feria del libro
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