El miércoles pasado fui a comer a Buddhaba, un pituco restaurante chino ubicado en Arribeños y Olazábal. El lugar es una casa reciclada, como tantas en Buenos Aires, y el salón principal está elegantemente decorado con tonos rojos y camel.
En vez del clásico pan con manteca traen una especie de picles un tanto amargos. Nos atendió un mozo joven muy amable que nos dio una clase rápida de cómo usar los palitos chinos, todo muy didáctico, pero por supuesto no entendimos nada, así que después de intentar algunas veces con relativo éxito decidimos abocarnos al conocido tenedor.
Como los precios superaban nuestro débil bolsillo de clase media empobrecida, pedimos una entrada y un plato para compartir. La entrada fue un Pate Imperial, que se traducía en arrolladitos de pollo estilo vietnamita sobre hojas verdes y menta. Estaba bien, pero bastante sobrio. Luego nos trajeron el plato principal: Amante celoso era el título de la comida que consistía en un cerdo empanado con una salsa demasiado dulce. Era rico, pero no estaba a la altura de las expectativas que generaba la belleza del ambiente.
Pagamos 45 pesos entre dos y nos fuimos caminando por Juramento. El sábado volví a comer al barrio chino a un lugar que se llama Palitos y que queda casi enfrente de Buddhaba. La comida era más abundante, y menos gourmet, y el lugar es más despojado e informal pero tiene su encanto. Además pedimos dos platos y salió la mitad.
29.11.05
De paseo por el barrio chino
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