Los cubanos no son sumisos ni disciplinados, son gente pensante, politizada y hondamente generosa y solidaria. Más allá de los errores que se cometieron en estos 50 años de socialismo, creo que la Revolución valió la pena tan sólo por haber podido mantener un pueblo tan unido y tan humano. Con un sentido del humor un tanto ingenuo y una enorme dedicación al trabajo, esta hermosa familia estaba para mí simbolizando a todo este pueblo increíble.
Porque la patria no es un grupo de gobernantes ni un pedazo de tierra, es la gente que vive en ella todos los días, que la construye con su forma de ser y deja su legado. Cuando me fui de Cienfuegos, me fui convencida de que vaya a donde vaya y pase lo que pase siempre voy a amar al pueblo cubano.
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