Hacía mucho tiempo que no me fascinaba tanto una película de terror. Y eso que fui a verla con el prejuicio de que el cine de terror ya hace tiempo no es lo que era, por haber caído en los lugares comunes de un género que no dejó de repetirse una y otra vez hasta caricaturizarse a sí mismo. Peor aún, porque se trata de una película de vampiros, en una época en la que el cine de vampiros está degradado hasta la vergüenza. Pero siempre hay excepciones, y en este caso no parece casualidad que la gran excepción provenga de Suecia. Criatura de la Noche: Vampiros, de Tomas Alfredson, recorre algunos tópicos clásicos pero los reinterpreta al mejor estilo Bergman, con una banda de sonido conmovedora y una fotografía que se convierte por sí sola en una obra de arte, siendo el blanco de la nieve tan protagonista como Oskar y Eli, los dos adolescentes que viven esta particular y melancólica historia de amor. La discriminación, la aceptación de la diferencia, la violencia escolar, la hipocresía y la soledad también son temas que trata la película con tanta poesía y belleza visual.
Lo que sorprende es la mezcla de momentos de ternura profunda con momentos de crudeza brutal y sangrienta, climas perturbadores con climas de silenciosa sutileza. O tal vez ahí radique la magia de este film, uno de los mejores del año (se viene el ranking en el próximo post en el año en que volví a verme todo).
28.12.09
Vampiros
Etiquetas:
Cine
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1 comentario:
No es para menos.
Verdaderamente es un peliculón.
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