4.1.09

El Pasado, de Alan Pauls

Alemania tiene a Werther, Francia tiene a Rojo y Negro, siguiendo esa línea de novelas de amor absoluto, doloroso, romántico, completo, Argentina tiene El Pasado, de Alan Pauls. El libro me fascinó desde la segunda página. Un texto lleno de matices de un autor que también es crítico y que supo construir un estilo literario a fuerza de valores estéticos. Entre Marcel Proust y Manuel Puig se ubica El Pasado, una novela que en 550 páginas cuenta el amor entre Sofía y Rímini, un amor marcado por la temporalidad y el desencuentro. Como signo de modernidad, la novela se cruza con el arte y el cine. Por ejemplo, con la película La Historia de Adela H, de François Truffaut, sobre la vida real de la hija de Victor Hugo. “Alguien como Truffaut, que no era un cineasta sentimental, me enseñó en esa película que podía haber verdad en la vulgaridad. En El pasado no temí caer en la vulgaridad sentimental”, asegura Pauls en una nota de La Nación.
En el libro, las mujeres que aman demasiado se reúnen en un bar llamado Adela H. El Pasado tiene momentos bellísimos, profundos, inolvidables, para aquellos como el personaje de Sofía que creemos que el amor es exagerado, apasionado y eterno o no es nada.
Pasajes bellísimos como este:

La mañana en casa, la felicidad del rayo de sol que había estado acariciándole la cara mientras se duchaba, esa disponibilidad nueva, como de primer día de viaje, que sentía cuando despertaba y descubría que estaba solo y sus primeros movimientos, torpes y jóvenes, hacían crujir el silencio de toda una noche, la beligerancia vital, un poco ingenua, que solían dejarle las largas noches de amor

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