Sólo un quedar en suspenso en el exceso del horror, una fascinación por un vestido blanco que se vuelve rojo, por la idea de un absoluto desgarramiento, por la evocación de un silencio constelado de gritos en donde todo es la imagen de una belleza inaceptable.
Sadismo, lesbianismo, asesinatos múltiples, feminismo, vampirismo. “La Belleza de lo inaceptable”, escribió Alejandra Pizarnik. El mito de Elizabeth Bathory es eso, la belleza del horror, lo inhumano vuelto fascinación, la sangre como objeto de deseo. Una melancolía la rodea, silenciosa e indescriptible, una resistencia a lo establecido, un atravesar los límites de la cordura social. Es tan extrema que su historia no entra en las antologías de vampiros de moda, dulces y románticos; es tan sangrienta que a ningún estudio de hollywood se le ocurrió llevarla al cine, aunque me intriga ver qué hizo Julie Delpy. Como sea, de vez en cuando vuelven a representarla en un teatro under de Buenos Aires, y volvemos a ir, fascinados una vez más con el misterio del espanto.
15.1.09
Bathory
Etiquetas:
Cine,
literatura
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