3.12.08

Venecia sin ti

Aquello que más doloroso le resultaba, aquello que a veces le parecía absolutamente insoportable, era sin duda el pensamiento de que ya no volvería a Venecia, de que se despedía de ella para siempre. Porque después de haber comprobado por segunda vez que la ciudad era nociva para su salud, después, de haberse visto obligado por segunda vez a abandonarla de repente, tendría que considerarla como una residencia prohibida, insoportable. Insensato sería probar fortuna una vez más. (La muerte en Venecia, Thomas Mann)



Por momentos, la ciudad es como una enorme escenografía de alguna película de época, las pequeñas casas parecen sólo una fachada a punto de derrumbarse, las góndolas deambulan por los canales sin apuro, con extrema delicadeza como si corrieran el peligro de chocar con el decorado. Pero hay una magia en el aire indescriptible, una fuerza que atrae, como si estuviera fuera de este mundo. El escenario natural se completa con decenas de turistas recorriendo los campos, dándoles de comer a los montones de palomas que revolotean por la Plaza San Marcos y caminando por las callecitas diminutas y laberínticas, sin rumbo fijo porque no hay ningún lugar donde llegar. Inundada o no, hay algo en Venecia, indescriptible.

No hay comentarios.: