21.12.08

Norma Arrostito

Hoy fui a ver Gaby, La Montonera.
Una película necesaria, casi imprescindible de una militante nunca abordada por el cine, con un perfil mucho más bajo que sus compañeros hombres, pero con una personalidad igual o más fascinante. César D’Angiolillo elige contar la historia cruzando el documental y la ficción, mezclar los datos con la emoción fue una decisión acertada. Lo que cuenta la película trasciende el personaje para centrarse en la historia de una época, de aquellos 70 dolorosos, de aquel orgullo militante que llevó a miles de personas a la muerte. La película refrota las mismas preguntas de siempre, las mismas dudas, las mismas certezas, la misma incredulidad y el mismo dolor.
El contexto también genera una contradicción. No está mal que se exhiba en un lugar como el Malba, donde un capuccino sale 15 pesos, pero también podría llevarse a otros espacios más populares, para que de una vez por todas la cultura deje de ser un lujo de las elites y se convierta en un derecho del pueblo.

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