¿Para quién escribir?

El lector es una de las tres partes fundamentales que cargan de sentido a los textos. Los escritores de ficción se viven preguntando para quién escriben, pero los periodistas también tenemos un horizonte de expectativas, aunque sea más inmediato e intrascendente.

Algunos escribirán para el lector al que está dirigido el medio en el que trabajan, e irán cambiando el tipo de discurso y los contenidos según el destinatario; así crearán un discurso conservador si trabajan en un medio conservador y construirán un texto progre si ese es el lector habitual del medio de comunicación. Eso tal vez sea lo más conveniente en términos de marketing, pero es agotador y un poco ruin para el periodista.

Otros se sobrestimarán y creerán que escriben “para todos” como si eso fuera posible, por lo que terminan escribiendo para ninguna persona real, sino para un imaginario inclasificable. Muchos otros escribirán para conformar a un pequeño grupo de psicópatas que deja comentarios en los diarios, otros no escribirán para nadie porque no pueden ver más allá de sus narices.

Algunos piensan en un lector ideal, o les gustaría escribir para los pobres y marginados, pero es justamente el sector que no tiene acceso a la información. Otros escribirán para los poderosos creyendo que es la manera de garantizarse el éxito.

Yo escribo para mí, no es que sea tan egocéntrica y no piense que existe un otro allá afuera. Pero no puedo evitar pensar en un lector con mis mismas ideas y gustos, aunque no sea recomendable porque mis ideas y gustos no son populares. Es como una especie de doble, alguien que escribe que se desdobla en alguien que lee. Escribo lo que a mí me gustaría leer. No es muy marketinero en estos tiempos en los que una nota tiene más un valor de venta que de calidad, pero todavía creo que es lo más sincero.