No voté al Gobierno, me repugnan los manejos mafiosos que hace, odio que no combata la pobreza y la marginación de verdad y no con puras palabras, que no implemente políticas para crear empleo y viviendas, que en el fondo siga resguardando los intereses del poder económico, además siempre me sentí más socialista que peronista, pero como están las cosas no me queda más remedio que apoyarlo. Lo que está enfrente es tan repugnante que hay que combatirlo como sea. No creo que las cosas sean negras o blancas, pero la polarización caló tan hondo que no tomar partido es lo mismo que no involucrarse ni comprometerse.
El campo quiere avanzar para quedarse con todo y llevarse puesto un país, la clase media alta que golpea la cacerola es la que nunca va a ver al costado, ni preocuparse por el otro, que quiere que se reproduzcan las condiciones sociales porque necesita pobres para explotar. Cuando el porcentaje de retenciones esté consensuado por ley y los chacareros acepten que un país no se construye con las ganancias de un solo sector, sino con el bienestar de la mayoría, y todo esto sea sólo un triste recuerdo, volveré a ser opositora, pero hoy estoy con el Gobierno.