3.6.08

La ESMA por dentro

Recorrer la ESMA da escalofríos. Las sombras y el silencio en los escenarios del horror despiertan las imágenes y traen de vuelta los gritos del abismo. El edificio del casino de oficiales, donde funcionó el centro clandestino de detención, fue desmantelado, no quedan celdas, ni oficinas, ni salas de tortura, pero permanecen los galpones, las marcas en las paredes y en el piso que dan cuenta del paso del terror.
Lo sucedido en la Escuela de Mecánica de la Armada entre 1976 y 1983 puede reconstruirse gracias al relato de los sobrevivientes. No hay documentos que constaten los testimonios ni declaraciones de los militares que acordaron un pacto de silencio, vigente hasta la actualidad.
La visita, llevada por una guía que acompaña el recorrido con un fundamental relato revelador, comienza en el lugar por donde entraban los autos que llevaban a los detenidos.

El camino pasa por el edificio de las cuatro columnas.
Hasta llegar al Casino de Oficiales.
Dando una vuelta se hallaba el lugar por donde descendían a los secuestrados.
Al entrar lo primero que se ve son pasillos largos, abandonados pero llenos de pasado.
En el salón conocido como "El Dorado", funcionaba la central de inteligencia que ordenaba los movimientos del grupo de tareas.
Luego por una escalera se llegaba a "El Sotano", pero los detenidos entraban por una escalera interna que luego demolieron.
Los testimonios de los secuestrados coinciden en señalar que cuando llegaban encapuchados se golpeaban la cabeza con una viga. Acá se anotaba a los recién llegados y se realizaban las torturas.
En el segundo piso estaban las habitaciones de los oficiales. El lugar parece un hotel de la época. Ahí los militares vivían, separados sólo por un piso de los secuestrados. Fue impresionante descubrir vestigios de que hace 30 años hubo vida de personas que se dedicaban a matar. Todavía estaba la llave de luz, que atiné a prender y descubrí una lámpara blanca medio amarillenta colgando. En uno de los placards había una calcomanía pegada de una casa de ropa que ya no existe.
En el tercer piso estaba "Capucha", donde alojaban a los detenidos atados con grilletes en los pies, tirados en colchones. Los sobrevivientes recuerdan que los militares les decían que ellos eran “dueños de la vida y la muerte”. El lugar es húmedo y terriblemente frío.

En el mismo piso estaban las habitaciones destinadas a las mujeres que iban a tener hijos, una especie de macabra maternidad.
Dando la vuelta estaba "La Pecera", donde algunos detenidos realizaban tareas intelectuales, como escribir informes. En el mismo lugar apilaban las pertenencias que robaban a los detenidos.

En el altillo estaba "Capuchita", donde había un tanque de agua. En ese lugar funcionaban salas de torturas y alojaban a las víctimas.

Por momentos la experiencia de recorrer la Esma puede resultar un poco morbosa, pero creo que es necesaria. Hace años que quería ir, y el otro día haciendo una nota me enteré que se puede visitar, inscribiéndose antes en espaciodelamemoria@buenosaires.gov.ar.


3 comentarios:

Anónimo dijo...

Cada pueblo tiene lo que se merece.

Silvina Herrera dijo...

Ningún pueblo, por más ignorante o violento que sea, se merece lo que pasó en la ESMA.

Anónimo dijo...

"Cada pueblo tiene lo que se merece" ...
Como puede alguien después de tanto terror y sufrimiento decir una cosa semejante ...
un comentario ignorante y falto de total comprensión de lo que sucedió en la Argentina...

Mis felicitaciones por este artículo!!

Nunca mas a al terror y la impunidad!
Carcel a los genocidas y sus cómplices!