2.9.10

De Palermo al Bajo Flores

Tiene menos de 24 años, tres hijas y vive en la villa del Bajo Flores. Todos los días viaja desde su casa al Alto Palermo para limpiar lo que ensucian quienes deambulan por el shopping buscando comprarse un tapado de mil pesos. Ella gana 2.000 al mes por trabajar ocho horas y está orgullosa. “Lo hago por mis hijas”, dice, “por ellas hago todo”, agrega mientras espera el 26 en Lavalle y Callao a la 1 y media de la mañana. Yo venía del cine y de comer pizza con una amiga, ella venía de tomarse un colectivo que la dejó ahí para tomarse otro que la lleve a su casa, dice que así es menos peligroso.
Me pregunta a qué me dedico, le digo que soy periodista. “Ah, esos que atienden los teléfonos”, dice. No sé cómo contradecirla, y le contesto que sí, algo parecido. Me cuenta que hace un rato le robaron a una chica en la esquina y que vino la policía. Dice que tiene miedo, pero que nunca le pasó nada. También me cuenta que sueña con irse del Bajo Flores, que ahí no se puede vivir en paz, por sus hijas.
Antes de subir al colectivo, me pregunta por qué no mando un currículum al Alto Palermo, afirma que le pagan bien y que seguro es mejor que atender teléfonos todo el día. La vuelvo a mirar, tan sencilla pero tan segura. No sé si su trabajo es mejor, pero seguro tiene la dignidad que en el mío muchos perdieron… hace rato.

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