Ahora el Gobierno de la Ciudad quiere obligar a las empresas privadas a pasar información sobre las adicciones de sus empleados, supuestamente con “fines estadísticos”. No dan muchos más detalles, pero de sólo pensarlo da escalofríos. Qué le importa al Estado si un trabajador fuma, se droga o se toma 30 cervezas por noche. Aunque sea algo inofensivo, como escuché por ahí, no es un derecho del Estado meterse en la vida privada de las personas, sino garantizar sus necesidades básicas. Nada de esto apunta a garantizar nada, es manipulación y persecución.
17.7.09
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