Uruguay estuvo a un paso de convertirse en el primer país sudamericano en despenalizar el aborto. En Hispanoamérica, solamente en Cuba el aborto no es delito y en la Ciudad de México, sólo en el DF.
Pero no, pudo más el miedo, el poder conservador, la fuerza de una Iglesia pacata que no da tregua en su cruzada contra la libertad del hombre, y mucho menos contra la libertad de la mujer. Lo más triste es que lo impidió un presidente que se auto proclama socialista. ¿Qué entenderá este hombre por socialismo? ¿Permitir que millones de mujeres, en su mayoría pobres, mueran por año al practicarse abortos clandestinos, mientras las que tienen plata pueden ir a una clínica privada sin que nadie diga nada? ¿Prohibir al sector más desprotegido elegir cuándo traer hijos al mundo? ¿No incentivar políticas de prevención adecuadas para todos? ¿El socialismo no tenía que ver con la igualdad de oportunidades o este hombre habrá leído otros libros o aprendido en otra escuela?
Además de haber sido un logro para Uruguay, tal vez hubiera servido para que la despenalización del aborto empiece a discutirse en serio en Argentina. El Estado debería hacer algo para dejar de castigar la pobreza, condenando a muerte a más de dos mil mujeres pobres por año y a otras miles a padecer infecciones y secuelas.
14.11.08
Oportunidad perdida
Etiquetas:
Sociedad
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