Hace dos años estaba viajando a Europa. Ya pasaron dos años de los 27 días que pasé en ese otro mundo que soñé toda la vida. Hace dos años estaba en Madrid, fascinada, como en una película. Me sentía como un personaje de Almodóvar y como la Ana de Los amantes del círculo polar en la Plaza Mayor, tenía esa escena grabada y cuando estuve ahí, no lo podía creer. Esa fue la primera vez que lloré. Recuerdo aquella tarde por la Castellana. Madrid fue el primer lugar que dejé y el primer lugar al que me gustaría volver. Pensar que alguna gente me decía que no valía la pena porque se parecía a Buenos Aires, pero Madrid tiene un encanto único, inolvidable.
Después pasé a Barcelona y no hubo un día que no me haya perdido en el Barrio Gótico, me maravillaron los contrastes de la ciudad: calles oscuras y arte colorido, antigüedad y modernidad, vida nocturna y hiper actividad de día. En Florencia, recuerdo la agradable charla con una pareja de argentinos en la cola para entrar al Duomo y la desagradable discusión con el dueño de un hostel que me echó a calle a las 8 de la noche sin tener a dónde ir.
Lo que más me gustó de Venecia fueron los campos y las calles laberínticas, pero era todo tan turístico que parecía el montaje de alguna escenografía, todo parecía a punto de desaparecer.
En Roma caminé decenas de veces de ida y de vuelta la Avenida de los Foros Imperiales, un viaje en el tiempo fuera del tiempo. La realidad se pierde era como una nebulosa pero impresionaba más que un sueño. Y Paris, siempre tendremos Paris, pase lo que pase, me acompañará vaya a donde vaya todo el resto de mi vida. Tantas imágenes oníricas que recuerdo con tanta nitidez como si hubiera estado ayer. Recorrí cada rincón, conciente de que tal vez esa sería mi última oportunidad, y cuando me iba sentía una profunda tristeza al creer que tal vez nunca volvería. El último lugar fue Londres, un destino gris y fascinante. El cansancio no me impidió andar por atrás del Tamesis, bordeando el río. Hace dos años cumplí el sueño que soñé toda la vida, y ahora sueño con volver. A veces me pregunto por qué no me quedé, por qué no intento vivir allá y creo que es porque ya es tarde, ahora tengo cosas que perder acá.
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