El Abasto es cada vez más una zona de contrastes, lo que lo convierte en un perfecto símbolo de Buenos Aires. Están los que van al shopping a comprar la ropa más cara, los turistas que deambulan sacando fotos a la estatua de Gardel y los cartoneros y habitantes de las casas tomadas, tal vez inmigrantes que trabajan por dos pesos en alguna textil.
Hay negocios de antaño, esos bares galpones con sifones sobre las pocas mesas, hay locales modernos, garages convertidos en salas de teatro de experimentación, hay baldíos abandonados llenos de botellas vacías. Para el lado de Rivadavia hay restaurantes peruanos y para el de Córdoba algunas oficinas de ejecutivos que se mezclan con estudiantes. Cualquiera puede morir en una esquina, cualquiera puede vivir.
Tomates podridos
Por las calles del abasto
Podridos por el sol
Que quiebra el asfalto del abasto
30.11.06
Abasto
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